MADRE ANGÉLICA
Nació en 1923 en Canton
(Ohio), USA. Sus padres se divorciaron, cuando ella tenía 6 años. A partir de
entonces, vivió sola con su madre, pasando hambre y frío y sobreviviendo con
trabajos ocasionales. Aparte de eso, su madre tenía problemas de depresión,
que, a veces, la llevaban a querer suicidarse. Por eso, desde muy pequeñita
tuvo que ganarse la vida para poder sobrevivir y ayudar a su madre, lo que hizo
que sus calificaciones escolares fueran muy deficientes. Ella dice:
No recuerdo haber tenido una verdadera amiga durante mi niñez. ¡No
tenía ni arbolito de Navidad, ni muñecas ni amigas!
Recuerdo poner pedazos de cartón en la suela de los zapatos para que mi
madre no se diera cuenta de que ya no servían. Pero el cartón no dura mucho y
tenía que caminar más de tres millas en áreas nevadas para llegar al colegio.
A los veinte años
ocurrió el acontecimiento decisivo de su vida. Una señora, Rhoda Wise, que
había sido protestante, se convirtió a la fe católica, estando gravemente
enferma en un hospital católico. Los médicos le dijeron que tenía un cáncer
terminal y tuvo que irse a su casa; pero, a los pocos días, se le aparecieron
Jesús y santa Teresita del niño Jesús, que la curaron milagrosamente. Lo que llamó la atención a Rita Rizzo (el
verdadero nombre de Madre Angélica) fue el relato de que tenía los estigmas o
heridas de Cristo, plenamente visibles en su cuerpo. Las marcas eran similares
a las de san Francisco de Asís.
El día 8 de enero de
1943 su madre la llevó a visitar a esta
señora para que rezara por ella, pues hacía mucho tiempo que tenía fuertes
dolores en el estómago sin que los médicos pudieran hacer nada por ella. La
señora Rhoda Wise le dio una oración para que la rezara, pidiendo la
intercesión de santa Teresita. Y dice:
Rezamos la novena. Nueve días de oración y, al final, el domingo 27 de
enero algo sucedió. A media noche, sufrí el peor dolor de estómago que he
tenido en mi vida. Era como si me hubieran volteado por adentro hacia fuera.
Esa mañana me levanté y me preparé para ir a misa de once y media. Luego mi
corazón dio un salto. De repente, me di cuenta que no tenía ningún dolor de
estómago. Como si nunca hubiera tenido problema alguno. Había sanado. No había
duda. Desde ese día hasta la fecha no he tenido otro dolor de estómago. Dios
había hecho un milagro. Sin lugar a dudas, ese fue el día en que encontré a
Dios. Fue la primera vez que reconocí la participación activa de Dios en mi
vida.
Sentir que Dios me había escogido y me había tratado de un modo
preferencial, ocasionó un cambio dramático en mí... Me enamoré de Dios y empecé
a tener una verdadera sed de Él. Mi vida cambió desde ese instante... Un día de
1944, mientras meditaba en la iglesia, un pensamiento cruzó mi mente. Era un
hecho sencillo, como si tuviera la completa certeza de que sería monja... ¿Qué?
¿Monja? ¡No lo podía creer! No me gustaban las monjas... La convicción de que
debería seguir esa vocación era muy fuerte.
El mayor obstáculo para
ir al convento era su madre. Pero, después de pensarlo bien y hablar con las
religiosas franciscanas de clausura de Cleveland, decidió irse de casa para
seguir su vocación. En la carta que le escribió a su madre le decía:
Algo pasó en mí después de mi curación. ¿Qué fue exactamente?, no lo
sé. Me enamoré completamente de Nuestro Señor. Vivir en el mundo estos últimos
diecinueve meses ha sido muy difícil para mí... Recuerda que pertenecemos
primero a Dios y luego a nuestros padres. Somos sus hijos. Te pido tu bendición
para que pueda alcanzar las alturas que deseo. Te quiero mucho.
En el convento estuvo a
punto de ser enviada a su casa por motivo de un defecto congénito que tenía en
la columna, que le afectaba dolorosamente las vértebras. Este problema había
empeorado a raíz de un resbalón que se dio en el piso mojado. Tuvieron que
operarla, aun a riesgo de quedarse paralítica para toda la vida. Cuando salió
del hospital, llegó con dos aparatos ortopédicos y unas muletas. Hasta ahora
tiene un aparato ortopédico permanente en las piernas y camina con una muleta;
pero, a pesar de sus limitaciones físicas y de sus dolores de columna, ella
sigue trabajando y hace lo posible y lo imposible para llevar a Cristo hasta
los últimos rincones del planeta. Ella, dicen las hermanas, oculta el dolor de
forma admirable y se asombran de que no toma ninguna pastilla para el dolor.
Todo se lo ofrece a Jesús con amor.
La manifestación del
amor y de la providencia de Dios en su vida ha sido continua. Cuando empezó a
construir el Monasterio, donde ahora vive en Birmingham, dedicado a la
adoración perpetua, no tenía recursos, pero Joe Bruno, dueño de algunos
supermercados, les enviaba diariamente los alimentos. Al principio, dijo que lo
haría por el primer año, pero lo ha seguido haciendo durante muchos años. Ella
dice: Eso fue un regalo muy directo de
Dios. Fue una sorpresa caída del cielo. Y Dios bendijo a Joe Bruno. Al
comienzo, tenía 13 supermercados. Ahora es dueño de 65 supermercados y 50
farmacias. Después de varios años, alguien le preguntó si continuaba
alimentando a las monjas franciscanas y él contestó que no sería negocio dejar
de hacerlo.
Pero las deudas
comenzaron y las religiosas acudían a su dueño y Señor, a Jesús sacramentado,
expuesto en la custodia día y noche. Con ayuda de bienhechores las deudas de la
construcción las pagaron en 5 años.
Un día, un sacerdote
carismático se presentó al Monasterio para orar por la Madre. Transcurrió una
semana y no había notado ningún cambio como resultado de la oración de aquel
sacerdote. A los pocos días, se enfermó de una fuerte gripe y se fue a la cama,
sintiéndose enferma. Y dice ella: Me
encontraba acurrucada en mi cama con mi Biblia. Por alguna razón había decidido
leer el Evangelio de san Juan en voz alta y, de repente, me sentí llena del
Espíritu Santo, era totalmente una nueva experiencia... Todos los síntomas de
la gripe habían desaparecido. Había sentido la presencia total de Dios en la
habitación. Era una sensación imposible de describir y que podría compararse
con la historia de los primeros monjes franciscanos que también habían sido
tocados por el Espíritu y cubiertos del poder de Dios. Era como si Dios
estuviera diciendo: “Te estoy preparando para algo especial y único”. Sentía un
poder increíble. Estaba renovada y lista para escuchar las indicaciones de Dios.
Una vez terminado el
Monasterio, empezó a publicar pequeños folletos de doctrina católica para
animar en su fe a los católicos, pero decidió tener su propia imprenta para
abaratar los costos y todas las hermanas se dedicaron en su tiempo de trabajo a
producir folletos religiosos. Lograban imprimir 25.000 libritos cada día y unos
seis millones cada año. Las hermanas operaban impresoras, evaluadas en más de
120.000 dólares. Todo había sido conseguido con la ayuda de bienhechores. La
providencia de Dios velaba sobre ellas.
La Madre Angélica dice
por experiencia: Antes que nada, Dios
siempre se encarga de pagar las deudas, cuando trabajamos para Él. Hasta ahora
nunca nos ha fallado. Podemos hacer su trabajo y, a la vez, tener tiempo para
rezar cinco horas cada día.
Los libritos de la Madre
eran distribuidos en todo USA y en 37 países con traducciones en francés,
español y vietnamita. El trabajo de las hermanas era fabuloso y Dios proveía a
todos los gastos. Y el nombre de la Madre Angélica empezaba a sonar por todas
partes, de modo que la llamaban para entrevistas en diferentes emisoras de
radio y televisión. Y Dios le inspiró convertir el garaje del Monasterio en un
estudio de televisión para grabar programas, que después enviaría a diferentes
canales. Sabía que los gastos eran excesivos para sus posibilidades, pero
confiaba en su esposo Jesús y, pidiendo préstamos comenzó a comprar los
primeros equipos de lo que después sería la estación de televisión Eternal Word
Television Network (cadena de televisión Palabra eterna, EWTN).
Dice: Yo pensé que tenía las manos
llenas con la construcción del Monasterio y de la imprenta. Pero, cuando surgió
lo de la televisión, me di cuenta de lo que realmente significa pasar tiempos
difíciles. Pero Dios siguió aumentando nuestra fe, paso a paso. Lo veíamos a Él
en cada esfuerzo y veíamos cómo su providencia hacía prodigios.
Tuve un miedo terrible, cuando hice el primer pedido de equipo de
televisión. Cuando vi el precio y vi la imposibilidad de pagar esas sumas
astronómicas, me sentí abrumada por la responsabilidad. No se pueden imaginar
cuántas veces tomé el teléfono para cancelar la orden, pero cada vez pasaba
algo y no lo hacía. Una vez, una compañía estuvo dispuesta a darme crédito sin
necesidad de un fiador, sólo con mi firma... Una de mis definiciones de fe es
tener un pie en el aire, otro en la tierra ¡y una sensación de malestar en el
estómago! Yo tomo Maalox, un antiácido. Alguien, una vez, me desafió diciendo
que, si realmente soy una persona de fe, no tendría por qué tomar Maalox. Yo le
contesté que mi estómago no sabe que tengo fe.
El
equipo de televisión, valorado en más de cien mil dólares, comenzó a llegar al
Monasterio. Esa suma era aparentemente imposible de pagar. Luego, empezaron a
pasar cosas inexplicables. La compañía contratada para iluminar el estudio,
redujo su precio de 48.000 a 14.000 dólares. Las cámaras, valoradas en 24.000
dólares, se pagaron con un donativo adquirido durante un viaje. Así encontraba
fuerzas para seguir adelante.
Para 1986 los costos de
operación eran más de 360.000 dólares al mes. Pero la oración de la Madre y de
las hermanas, con la colaboración de laicos comprometidos, hacía que los
prodigios siguieran sucediendo sin interrupción. En ese año, la cadena EWTN
llegaba a 300 sistemas de cable y distribuía la señal a más de nueve millones
de hogares.
Otra de sus grandes
obras ha sido la fundación de la mayor emisora de radio privada de onda corta
con la ayuda financiera de los esposos Piet y Trude Derksen, que le aportaron,
en un primer momento, para este proyecto dos millones de dólares. Y la Madre
Angélica nos dice convencida:
Si no estamos dispuestos a hacer el ridículo, Dios no puede hacer
milagros... Nuestro Señor, a través de su divina providencia, hizo posible a
EWTN desde un garaje convertido en estudio con lo último de la tecnología
moderna. A través de esta tecnología, hemos podido llegar a millones de
personas y hogares. Y, ahora, personas que nunca han escuchado la Palabra de
Dios pueden sintonizar EWTN, aun desde los lugares más remotos... La providencia
de Dios nos sigue y nos protege desde el momento en que nos levantamos en la
mañana hasta el momento en que vamos a la cama. Aprendí a confiar en los
acontecimientos del momento presente, porque Dios frecuentemente hace milagros
y cosas imposibles con pequeñas inspiraciones, que muy fácilmente podrían pasar
desapercibidas o ignoradas por su insignificancia.
La vida de la Madre
Angélica, con sus seis doctorados honoris causa y premios nacionales e
internacionales es un monumento a la providencia de Dios. Dios hace milagros en
la medida de nuestra confianza en Él. La Madre Angélica tuvo la audacia de
creer hasta el punto de hacer el ridículo por Dios y Dios premió su confianza.
La providencia de Dios la llevó de la mano desde su más tierna infancia a pesar
de los sufrimientos que ha tenido que soportar.
Como hemos dicho, ha fundado el convento donde
reside con la especial finalidad de adorar perpetuamente a Jesús sacramentado.
Ha fundado la primera y principal cadena de televisión católica del mundo por
cable, que emite las 24 horas del día programas católicos en distintas lenguas
a 170 países. Ha establecido una editorial católica con su imprenta para
promocionar toda clase de literatura católica en distintas lenguas, y también
ha fundado la mayor emisora de radio privada de onda corta para que el mensaje
católico pueda ser escuchado en cualquier parte del mundo. En todas sus obras
brilla como una continua luz la divina providencia, que sigue diciéndonos como
Jesús: El que cree en Mí hará las obras
que yo hago y mayores que éstas (Jn 14,12).
Nota: de Roberto Gutiérrez.
Después de admirar lo que es la Providencia de Dios
es este caso particular, les invito a reflexionar como Dios está obrando en su casa,
en su empresa, todo lo que ha puesto en sus manos, Uds. Están siendo bendecidos
con la Providencia de Dios, por lo tanto, no dejen de agradecerle, como un acto
justo de todo aquel que recibe, pero ofrenden la primicia de sus frutos, mediten
2 pasajes se lo recomiendo:
1º Mateo 22, 15-22
2º Malaquías 3,6-12
Las bendiciones de Dios son incontables y su amor es
indescriptible, todos sin excepción somos llamados en todo momento pero pocos
respondemos.
Dios les bendiga
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