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jueves, 1 de marzo de 2012

Temor de Dios

Jueves de la primera semana. Esther 4:1, 3-5 ―Entonces la Reina Esther, abrumada por una mortal angustia, recurrió al Señor. Ella oró al Señor Dios de Israel, y dijo: ―¡Señor mío, Rey de todos nosotros, tú eres único! Ayúdame pues estoy sola y no tengo a otro que me ayude, más que Tú, porque estoy en gran peligro. Desde que nací he escuchado en la tribu de mi familia que Tú, Oh Señor, escogiste a Israel entre todas las naciones, y a nuestros patriarcas entre todos sus antepasados, para que fueran Tu propiedad eterna, y que Tú hiciste por ellos todo lo que habías prometido‖.
El término bíblico Temor de Dios no se refiere a la emoción del miedo. Temor de Dios es un término técnico en la Biblia que significa la correcta relación con Dios. La correcta relación con Dios es confiar en Él. La correcta relación con Dios involucra reverencia y profundo respeto por la trascendencia e inmanencia de Dios, así como confiar en su benevolencia y compasión. Para conceptualizar lo que el temor de Dios bíblico realmente significa, imaginemos a un niño en tiempo de Navidad en una enorme tienda departamental, el último piso del tamaño de toda una cuadra, está lleno de juguetes. Cuando el niño sale del elevador dentro de la tierra de las maravillas de deseables objetos, sus ojos se hacen más y más grandes. Mira hacia la izquierda y hacia la derecha, contemplando todo lo que su corazón ha deseado siempre: patines, muñecos electrónicos, trineos, aviones, trenes eléctricos, computadoras, etc. Él quiere ir en cada dirección de una vez. Está tan cautivado que no busca dónde estar. Quiere tocar de todo y llevárselo a casa. El temor de Dios bíblico es similar. Nos sentimos invitados a un misterio que contiene todo lo que nuestros corazones hubiesen podido desear. Experimentamos la fascinación del Misterio Final más que temor a lo desconocido. Queremos apresar o ser apresados por el misterio de la presencia de Dios que se abre perdurablemente en cada dirección. (De “Invitación a Amar”)
Oración:
Ven, Espíritu Santo, hazte presente en el momento de La tentación y suavemente persuade a nuestros tímidos corazones A confiar en Ti.

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