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jueves, 1 de marzo de 2012

Purificación. Viernes de la primera semana.

Viernes de la primera semana:
Ezequiel 18: 21-22 ――Y si el malvado se aparta de todos los pecados que cometía, y cumple todas mis leyes, y hace lo que es recto y justo, ciertamente vivirá; no morirá. No volveré a acordarme de todo lo malo que hizo, y él vivirá por hacer lo que es recto.‖
En los círculos religiosos hay un cliché que describe la divina purificación como „un maltratar desde afuera y un horadar desde adentro‟. Dios anda en pos de nuestros acumulados desechos con algo equivalente a un compresor y comienza escarbando a través de nuestros mecanismos de defensa, revelando las esquinas secretas que esconden las inaceptables partes de nosotros mismos. Podríamos pensar que es el final de nuestras relaciones con Dios. Realmente es una invitación a una nueva profundidad en la relación con Dios. Mucho vaciamiento y sanación tiene que haber si vamos a estar receptivos a las sublimes comunicaciones de Dios. La plena transmisión de la vida divina no puede surgir y ser completamente escuchada si la „estática‟ del falso-yo es demasiado alta.
Una vez que comenzamos la travesía espiritual, Dios está totalmente de nuestro lado. Todo trabaja en conjunto por nuestro bien. Si podemos creer esto, nos podemos ahorrar una cantidad enorme de problemas. La purificación del inconsciente es una parte importante de la travesía. La decisión de elegir los valores del Evangelio no toca la motivación inconsciente que está firmemente en su lugar en las edades de tres o cuatro años, y más profundamente atrincherada para la edad de la razón. Tanto como el falso-yo con sus programas emocionales de felicidad esté presente, tendemos a asignar cualquier progreso en la travesía a nosotros mismos. La experiencia del amor de Dios y la experiencia de nuestras debilidades son correlativas. Estos son los dos polos con los que Dios trabaja mientras que gradualmente nos va liberando de nuestras inmaduras formas de relacionarnos con Él.
La experiencia de nuestras desesperadas necesidades de sanación de Dios es la medida en la cual experimentamos Su infinita misericordia. Mientras más profunda sea la experiencia de la misericordia de Dios, mayor será la compasión que tendremos con los demás. (De “Invitación a Amar”)
Oración:
Santo Espíritu de Dios, que el refinado fuego de Tu amor llegue dentro de los lugares escondidos de nuestro ser interno y nos haga un solo espíritu contigo.

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