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domingo, 11 de marzo de 2012

La Higuera Estéril. Tercer domingo de Cuaresma

Lucas 13. 6-9 ―Había un hombre que tenía plantado un árbol de higos en su viñedo; y vino a recoger los frutos, pero no encontró ninguno. Así que le dijo al jardinero: ―Mira aquí; por tres años yo he venido buscando recoger frutos en esta higuera, y aún no encuentro alguno. ¡Córtala! ¿Por qué debería seguir gastando la tierra?‖ El le respondió: ―Señor, déjala por un año más; hasta que yo escarbe a su alrededor y le ponga abono. Si así da frutos el próximo año, bueno y bien, pero si no, entonces podrás cortarla.‖
¿A qué llegamos como conclusión de esta parábola? Un árbol que es bueno para nada. El jardinero ofrece echarle abono con la pala a su alrededor, pero no hay indicio alguno de que un nuevo brote en la planta vaya a ocurrir. Este árbol y su predicamento son los dramáticos símbolos de la vida diaria, especialmente cuando nuestros esfuerzos para hacer el bien fallan o parecen estar estériles, nuestros períodos de oración están tan secos como el polvo, y nada aún sucede. En adición, no hay sentido de la presencia de Dios en la vida cotidiana, ni experiencia ilustrativa, mientras nuestras fallas continúan, la gente nos culpa injustificadamente, y los desengaños se multiplican. Nuestra vida espiritual parece estar muerta. ¿Qué vamos a hacer? La parábola parece decir, solamente permanece esperando.
Esta parábola insinúa que no importa si no tenemos éxito en nuestros propios cálculos y estimaciones o en los de los demás. La divina Presencia está tan presente que nada puede quitárnosla. Por supuesto, aún podemos rechazar a Dios, pero alguien que esté buscando a Dios, no está a punto de hacerlo. Cuando caemos en cuenta del hecho de la cercanía de Dios, el éxito y las fallas se relativizan. Nosotros simplemente hacemos lo que podemos, esto es: echamos un poco de abono—símbolo de nuestros esfuerzos estériles—en el viejo palo. Por supuesto que no va a crecer, pues está muerto. Pero de alguna misteriosa manera, debido a la solidaridad de Dios con nosotros en la vida diaria, algo mucho más importante sucede. (De “El Reino de Dios es como…”)

Oración: Santo Espíritu de Dios, sin Ti, no hay vida divina en nosotros, ni virtud alguna. Crea en nosotros una conciente relación Contigo.

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