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jueves, 26 de septiembre de 2019

PEDRO EL APOSTOL



Lucas 6,12-19

Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Todos conocemos este bello pasaje en el que Jesús una vez mas nos da una gran enseñanza, muy a pesar de contar con un grupo de apóstoles, tendría que escoger 12, que serian aquellos con quien El estaría mas de cerca y depositaria en ellos mayor confianza, por eso los llamo apóstoles.

Cuantas veces se nos dice que hay que orar por todo lo que hacemos, por los proyectos, por las decisiones que vayamos a tomar y muy pocos ponemos en practica este gran ejemplo de Jesús, que oro a pesar de su condición divina, nos regala, ese momento de comunión con el Padre, bonita lección, con un resultado, espectacular a pesar de que quienes escogió no fueron , lo que podríamos imaginar, como los mejores, los mas humildes, los mas obedientes, los mas inteligentes, los mas sumisos, nada de eso fueron al contrario fue un grupo muy controversial, gente de mucho cuidado, como diríamos ahora.

No todo por lo que oremos será lo máximo, siempre habrá dificultades, no oramos porque no haya problemas, oramos por fortaleza, sabiduría y decisión. Pero problemas los tendremos, siempre estarán allí. Oración no es sinónimo de escudo impenetrable, no es sinónimo de magia, no es la invocación para ser super humano, no es así, es para hacer lo que corresponde con la gracia de Dios, con su aval, con su cuidado y dirección.

Reflexionemos entonces: ¿Qué podemos aprender de la vida de Pedro?

Como todos los sabemos: Simón Pedro, también conocido como Cefas (Juan 1:42), fue uno de los primeros seguidores de Jesucristo. Era un discípulo franco y apasionado, uno de los amigos más cercanos de Jesús, un apóstol y una "columna" de la iglesia (Gálatas 2:9). Pedro era entusiasta, obstinado, impulsivo y, a veces, atrevido. Pedro tenía muchas fortalezas y también varios defectos en su vida. Aun así, el Señor que lo escogió continuó moldeándolo exactamente en lo que Él quería que Pedro fuera.

Simón Pedro era originario de Betsaida (Juan 1:44) y vivía en Capernaum (Marcos 1:29), dos ciudades en la costa del mar de Galilea. Él estaba casado (1 Corintios 9:5; Marcos 1:30), y él, Jacobo y Juan eran socios en un negocio productivo de pesca (Lucas 5:10). Simón Pedro conoció a Jesús a través de su hermano Andrés, quien había seguido a Jesús después de haber escuchado a Juan el Bautista proclamar que Jesús era el Cordero de Dios (Juan 1:35-36). Andrés fue inmediatamente a buscar a su hermano para llevarlo a Jesús. Al conocer a Simón, Jesús le dio un nuevo nombre: Cefas (arameo) o Pedro (griego), que significa "roca" (Juan 1:40-42). Más tarde, Jesús llamó oficialmente a Pedro para que lo siguiera, produciendo una pesca milagrosa en el proceso (Lucas 5:1-11). Inmediatamente, Pedro dejó todo para seguir al Señor (versículo 11).

Durante los tres años siguientes, Pedro vivió como discípulo del Señor Jesús. Siendo un líder nato, Pedro se convirtió en el portavoz de facto de los doce (Mateo 15:15; 18:21; 19:27; Marcos 11:21; Lucas 8:45; 12:41; Juan 6:6; 13:6-9, 36). Más importante aún, fue Pedro quien primero confesó a Jesús como "el Cristo, el Hijo del Dios viviente", una verdad que Jesús dijo le había sido revelada a Pedro por Dios mismo (Mateo 16:16-17).

Pedro era parte del círculo íntimo de los discípulos de Jesús, junto con Jacobo y Juan. Sólo esos tres estaban presentes cuando Jesús resucitó a la hija de Jairo (Marcos 5:37) y cuando Jesús se transfiguró en el monte (Mateo 17:1). A Pedro y Juan se les dio la tarea especial de preparar la última cena (Lucas 22:8).

En varias ocasiones, Pedro se mostró impetuoso hasta el punto de ser imprudente. Por ejemplo, fue Pedro quien dejó la barca para caminar sobre las aguas hacia Jesús (Mateo 14:28-29), y rápidamente quitó sus ojos de Jesús y comenzó a hundirse (versículo 30). Fue Pedro quien tomó aparte a Jesús para reconvenirle por hablar de Su muerte (Mateo 16:22), y fue rápidamente corregido por el Señor (versículo 23). Fue Pedro quien sugirió levantar tres enramadas para honrar a Moisés, Elías y Jesús (Mateo 17:4), y se postró sobre su rostro con gran temor ante la gloria de Dios (versículos 5-6). Fue Pedro quien desenvainó su espada y atacó al siervo del sumo sacerdote (Juan 18:10), e inmediatamente se le dijo que metiera su espada en la vaina (versículo 11). Fue Pedro quien se jactó de que nunca abandonaría al Señor, aunque todos los demás lo hicieran (Mateo 26:33), y más tarde negó tres veces que conocía al Señor (versículos 70-74).

A través de todos los altibajos de Pedro, el Señor Jesús siguió siendo su amoroso Señor y fiel guía. Jesús reafirmó a Simón como Pedro, la "Roca", en Mateo 16:18-19, prometiendo que él sería fundamental en el establecimiento de la iglesia de Jesús. Después de Su resurrección, Jesús específicamente nombró a Pedro como alguien que necesitaba escuchar las buenas nuevas (Marcos 16:7). Y, repitiendo el milagro de la gran pesca, Jesús hizo una observación especial para perdonar y restaurar a Pedro y volver a comisionarlo como apóstol (Juan 21:6, 15-17).

En el día de pentecostés, Pedro fue el orador principal a la multitud en Jerusalén (Hechos 2:14ss), y la iglesia comenzó con una afluencia de cerca de 3,000 nuevos creyentes (versículo 41). Más tarde, Pedro sanó a un cojo que pedía limosna (Hechos 3) y predicó audazmente ante el sanedrín (Hechos 4). Ni siquiera el arresto, los golpes y las amenazas, pudieron amortiguar la determinación de Pedro de predicar a Cristo resucitado (Hechos 5).

La promesa de Jesús de que Pedro sería fundamental en la edificación de la iglesia, se cumplió en tres etapas: Pedro predicó el día de pentecostés (Hechos 2). Entonces, él estaba presente cuando los samaritanos recibieron el Espíritu Santo (Hechos 8). Finalmente, fue llamado a la casa del centurión romano Cornelio, quien también creyó y recibió el Espíritu Santo (Hechos 10). De esta manera, Pedro "abrió" tres mundos diferentes y abrió la puerta de la iglesia a judíos, samaritanos y gentiles.

Aun como apóstol, Pedro experimentó algunos quebrantos mientras maduraba. Al principio, se había resistido a llevar el evangelio a Cornelio, un gentil. Sin embargo, cuando vio a los romanos recibir el Espíritu Santo de la misma manera que él lo había hecho, Pedro concluyó que "Dios no hace acepción de personas" (Hechos 10:34). Después de eso, Pedro defendió enérgicamente la posición de los gentiles como creyentes y se mantuvo firme en que no necesitaban conformarse a la ley judía (Hechos 15:7-11).

Otro episodio de crecimiento en la vida de Pedro, tiene que ver con su visita a Antioquía, donde disfrutó del compañerismo de los creyentes gentiles. Sin embargo, cuando algunos judíos legalistas llegaron a Antioquía, Pedro, para apaciguarlos, se retiró de los cristianos gentiles. El apóstol Pablo vio esto como hipocresía y se lo dijo así en la cara de Pedro (Gálatas 2:11-14).

En su vida adulta, Pedro pasó tiempo con Juan Marcos (1 Pedro 5:13), quien escribió el evangelio de Marcos, basado en los recuerdos de Pedro de su tiempo con Jesús. Pedro escribió dos epístolas inspiradoras, 1 y 2 Pedro, entre los años 60 y 68 d.C. Jesús dijo que Pedro moriría como un mártir (Juan 21:18-19), una profecía que se cumplió, probablemente, durante el reinado de Nerón. La tradición dice que Pedro fue crucificado al revés (invertido) en Roma y, aunque la historia puede ser cierta, no hay ningún testimonio bíblico o histórico de los detalles de la muerte de Pedro.

¿Qué podemos aprender de la vida de Pedro?

No omito manifestarles que la vida del apóstol Pedro y por si fuera poco primer Papa de la Iglesia Católica, es sumamente interesante su vida, puesto que si comenzamos a hacer algunas comparaciones de carácter, de actitudes y de situaciones, podremos notar que no están alejadas de las que nosotros poseemos y cualquiera pudiera restarle importancia, porque seguimos considerando que estos hechos fueron en un tiempo muy distinto del actual, pero cuando entramos en detalles vemos que no muchas cosas han cambiado con respecto a nuestro carácter, a nuestra forma de actuar.

Algo sumamente rescatable es que a pesar de todas las situaciones negativas que nosotros tenemos, Dios sigue viéndonos con ojos de amor, con ojos de misericordia, la vida de Jesus y todo lo que el realizo fue siempre con un propocito y es enseñarnos a todos los que le conocemos desde hace ya 21 siglos que sigue y seguirá amando al ser humano, asi como es, con todos los defectos, con todas las actitudes negativas, con nuestros pecados, con uestras ofensas, si cada uno de nosotros hace un verdadero examen de conciencia se podrá dar cuenta que quizá Pedro podría quedarse corto, pero lo rescatable y la oportunidad que tenemos es de hacer nuestras correcciones a tiempo.

Tenemos esa gran oportunidad, corregir y arrepentirnos, no llorar sobre la leche derramada, sino acciones positivas, tal como lo hizo Pedro, El siguió adelante no salió corriendo al contrario afronto responsablemente las metidas de pata que dio.

En lo personal lo que mas me impresiona de Pedro y del Señor es cuando o negó tres veces, asegurando no cocnocerlo, cuando hacis unas horas atrás le dijo que por nada lo traicionaría, esto es impactante, muy impresionante y Jesus lo perdono y el se arrepintió y pidió perdón y siguió y fue premiado, nunca aparto la mirada de Jesus, siempre lo vio a El.

Si nosotros lo hacemos veremos que hay una esperanza en el camino, que no todo esta perdido, que Dios esta esperandonos , que nuestro regreso a la casa del padre sea rápido porque en cualquier momento puede que sea tarde, miestras estemos vivos hay esperanza, acordémonos que no sabemos ni el dia ni la hora.

¿Qué podemos aprender de la vida de Pedro? Aquí hay algunas lecciones:

Jesús vence el miedo. Ya sea que saliera de una barca hacia un mar agitado, o cruzara el umbral de un hogar gentil por primera vez, Pedro encontró valor en seguir a Cristo. "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor..." (1 Juan 4:18).

Jesús perdona la infidelidad. Después de haberse jactado de su fidelidad, Pedro negó fervientemente al Señor tres veces. Jesús amorosamente restauró a Pedro al servicio. Pedro fue un fracaso anterior, pero, con Jesús, el fracaso no es el fin. "Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo" (2 Timoteo 2:13).

Nosotros somos capaces de cometer o hacer cosas peores de la cuales nos vamos arrepentir toda la vida y podemos sufrir mucho porque no nos perdonamos y nos encerramos en nuestro yo, pero el amor de Dios es inmenso, no se parece en nada al nuestro, el nuestro es mezquino, es calculador, es intercambio.

En cambio el de Dios, no tiene limites, no se puede medir, es inimaginable de lo inmenso cabemos todos y con todos nuestros desastres.

Jesús pacientemente enseña. Una y otra vez, Pedro necesitaba corrección, y el Señor la dio con paciencia, firmeza y amor. El Maestro busca estudiantes dispuestos a aprender. "Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar..." (Salmo 32:8).

Jesús nos ve como Él quiere que seamos. La primera vez que se encontraron, Jesús llamó a Simón "Pedro". El pescador áspero e imprudente era, a los ojos de Jesús, una roca firme y fiel. "... el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo..." (Filipenses 1:6).

Jesús usa héroes insólitos. Pedro era un pescador de Galilea, pero Jesús lo llamó a ser pescador de hombres (Lucas 5:10). Debido a que Pedro estaba dispuesto a dejar todo lo que tenía para seguir a Jesús, Dios lo usó de muchas formas. Mientras Pedro predicaba, la gente se asombraba de su audacia porque era "sin letras" y del "vulgo". Pero entonces se dieron cuenta de que Pedro "había estado con Jesús" (Hechos 4:13). Estar con Jesús hace toda la diferencia.

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